Uno de los jóvenes arquitectos más importantes de México es Mauricio Rocha, autor de una obra tectónica y contundente; he aquí un ejemplo de su trabajo.
La Escuela de Artes Plásticas de Oaxaca genera un discurso contundente. Se trata de una arquitectura que parece sencilla, es más congruente que simple; es más que un trabajo de investigación, es más audaz que pretencioso y que entre la tierra y el cemento hay más posibilidades artísticas que exageraciones colmadas de vacíos. Con la personalidad de su autor y un gran equipo de trabajo, el Taller de Arquitectura Mauricio Rocha le ha dado una valiosa aportación al quehacer arquitectónico de la capital oaxaqueña. Ésta es la historia.
D A T O S . D E . I N T E R É S . :
Nombre de la obra: Escuela de Artes Plásticas de Oaxaca.
Ubicación: Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.
Fecha de proyecto y de terminación de obra: 2007-2008.
Proyecto arquitectónico: Taller de Arquitectura. Mauricio Rocha, Gabriela Carrillo, Carlos Facio, Rafael Carrillo.
Colaboradores: Francisco López, Silvana Jourdan, Pablo Kobayashi, Francisco Ortiz, Juan Santillán.
Asesoría especial y exteriores: Mtro. Francisco Toledo.
Proyecto estructural: Grupo Sai–Gerson Huerta.
Instalaciones: Tomas Rodríguez.
Mobiliario: Yurik Kifuri.
Asesores de paisaje: Luis Zárate (Entorno); Jardín Etnobotánico de la Ciudad de Oaxaca.
Asesores de iluminación: Prolur, Luz en Arquitectura.
Constructor: Cabrera y Asociados SA de CV.
Nombre de la obra: Escuela de Artes Plásticas de Oaxaca.
Ubicación: Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.
Fecha de proyecto y de terminación de obra: 2007-2008.
Proyecto arquitectónico: Taller de Arquitectura. Mauricio Rocha, Gabriela Carrillo, Carlos Facio, Rafael Carrillo.
Colaboradores: Francisco López, Silvana Jourdan, Pablo Kobayashi, Francisco Ortiz, Juan Santillán.
Asesoría especial y exteriores: Mtro. Francisco Toledo.
Proyecto estructural: Grupo Sai–Gerson Huerta.
Instalaciones: Tomas Rodríguez.
Mobiliario: Yurik Kifuri.
Asesores de paisaje: Luis Zárate (Entorno); Jardín Etnobotánico de la Ciudad de Oaxaca.
Asesores de iluminación: Prolur, Luz en Arquitectura.
Constructor: Cabrera y Asociados SA de CV.
Por cuestiones de tiempo y dinero la escuela fue planteada en tres etapas; las dos primeras son las construidas actualmente 2,270 m2 y aproximadamente 5,170 m2 de exteriores –denominadas “el cráter”–; la última, no construida, es un edificio que termina por definir el lado oeste del juego de pelota así como el perímetro del campus universitario.
Un tablero de ajedrez. La escuela fue concebida con dos tipologías de edificios. Los primeros serían los edificios de piedra de tres metros de altura que generan la contención contra los taludes, así como una serie de terrazas habitables a partir de su proximidad con los mismos. Administración, Mediateca, y Tesis, orientados hacia el oriente y hacia el sur, viendo a sus propios patios. Por su parte, las Aulas teóricas ven al poniente –a través de una ventana alta que las oscurece– hacia el juego de pelota y a la fronda de una importante línea de árboles. La segunda tipología es la de los edificios exentos a los taludes; todos orientados al norte, a excepción de la Galería y Aula magna, (norte-sur), construidos en tierra compactada, procedimiento que no sólo ayudó a la plástica y carácter del edificio (un sistema orgánico y lleno de accidentes que alimenta la riqueza de cada muro) que pretendían lograr sino que además resolvía exitosamente los tiempos requeridos de obra así como una excelente climatización natural.
Tierra y cemento
Para Mauricio Rocha es fundamental encontrar un nuevo lenguaje a través de la experimentación con materiales empleados en arquitectura tales como la piedra brasa, tepetate, el concreto o el acero. “Se trata de realizar una arquitectura de adentro hacia fuera, no de afuera hacia adentro; de expresar algo y generar sensaciones más allá de un discurso formal que sólo sorprenda”.
Desde un año antes de iniciar el proyecto el arquitecto recuerda que se involucró en una investigación de materiales gracias a otro
proyecto que desarrollaba en San Miguel de Allende. Se trataba de albercas techadas en las cuales hizo uso de tierra compactada.
Eso, y su reciente publicación de la Escuela para invidentes –localizada en Iztapalapa, DF– lo acercó al constructor que trabaja con el arquitecto norteamericano Rick Joy, quien conocía perfectamente la técnica por haber construido singulares casas en Arizona. En ese momento comenzó la búsqueda: “Exploramos tierra de diversos colores (verde, rojo, amarillo) y analizamos en laboratorio su comportamiento de consolidación con el cemento o cal para conseguir los beneficios estructurales y arquitectónicos esperados en presencia de poca agua. Se encontró una excelente tierra que cimbrada en vertical –para favorecer la resistencia a compresión del material– en módulos de .61 x 1.22 m, generan muros que se van apisonando para dar un espesor final de 15 cm hasta llegar a la sección mencionada y lograr elementos muy sólidos y que son sostenidos por una cimentación de concreto levantada 20 cm del suelo para que la humedad no afecte al sistema estructural”.
Para Mauricio Rocha es fundamental encontrar un nuevo lenguaje a través de la experimentación con materiales empleados en arquitectura tales como la piedra brasa, tepetate, el concreto o el acero. “Se trata de realizar una arquitectura de adentro hacia fuera, no de afuera hacia adentro; de expresar algo y generar sensaciones más allá de un discurso formal que sólo sorprenda”.
Desde un año antes de iniciar el proyecto el arquitecto recuerda que se involucró en una investigación de materiales gracias a otro
proyecto que desarrollaba en San Miguel de Allende. Se trataba de albercas techadas en las cuales hizo uso de tierra compactada.
Eso, y su reciente publicación de la Escuela para invidentes –localizada en Iztapalapa, DF– lo acercó al constructor que trabaja con el arquitecto norteamericano Rick Joy, quien conocía perfectamente la técnica por haber construido singulares casas en Arizona. En ese momento comenzó la búsqueda: “Exploramos tierra de diversos colores (verde, rojo, amarillo) y analizamos en laboratorio su comportamiento de consolidación con el cemento o cal para conseguir los beneficios estructurales y arquitectónicos esperados en presencia de poca agua. Se encontró una excelente tierra que cimbrada en vertical –para favorecer la resistencia a compresión del material– en módulos de .61 x 1.22 m, generan muros que se van apisonando para dar un espesor final de 15 cm hasta llegar a la sección mencionada y lograr elementos muy sólidos y que son sostenidos por una cimentación de concreto levantada 20 cm del suelo para que la humedad no afecte al sistema estructural”.
Con la sección de 61 cm se había garantizado el comportamiento estructural ante un sismo. Lo anterior representaba una interrogante: ¿Cómo analizar este material cuando no está contemplado en el reglamento de construcciones? Rocha responde: “Lo que hicimos fue hacer una valoración a través de sustituciones hasta comprender el comportamiento del material y conseguir grandes muros en diversas formas que involucra cada espacio de este proyecto”.
El espesor de estos muros logra crear un microclima óptimo para las condiciones extremas de la ciudad de Oaxaca, así como un excelente control acústico. Además del sistema constructivo, los talleres se diseñaron con accesos esbeltos en sus costados y enormes ventanales al norte que permiten el flujo cruzado del viento, dotándolos de la mejor calidad lumínica y extendiendo el espacio interior a través de un pórtico a un espacio de iguales proporciones pero abierto como un espacio de trabajo al aire libre. Por su parte, en la parte superior fue integrada una losa nervada de concreto de 45 cm de espesor que, bajo las condiciones estructurales presentes, trabaja simplemente apoyada evidenciando el sistema constructivo visualmente interesante.
Los beneficios del sistema fueron diversos: se utilizó la cimbra múltiples veces logrando reducir los costos. Se obtuvo una tectónica y un lenguaje vinculado al lugar y a la cultura. Además, el resultado es un comportamiento similar al concreto armado aunque provoca una reducción total del uso del acero al prescindir de él. De acuerdo al despacho “un muro de tierra compactada bien construido no se ve afectado por lluvia, viento, fuego ni termitas y, sin embargo, es muy poco agresivo al medio ambiente ya que se considera un sistema constructivo con energía incorporada”.
Dentro de las peculiaridades de esta obra destaca el hecho de haber conservado los moños con los que fueron cimbrados los volúmenes que son soleras a cada .90 m en sentido horizontal que permiten al edificio protegerse a manera de puerco espín. La volumetría de las mismas transforma las fachadas a lo largo del día con las sombras provocadas por el movimiento del sol.
En la construcción de los muros de tierra compactada se utilizó cemento CPC 40 en su presentación de Big Bag. En la cimentación se utilizó concreto estructural f´c 250 kg/cm2 bombeable, mientras que en las losas fue empleado concreto estructural bombeable f´c 250 kg/cm2 a tres días. Para las cartelas o losas aparentes de concreto se suministró concreto bombeable autocompactable. Cabe mencionar que la resistencia de los muros es similar a la de un block, y la proporción del cemento es menor al 20% del peso volumétrico de la tierra.
No es lo que se ve, es lo que se siente
En el eje central de composición se situaron edificios como la Galería y el Aula magna, que es el único volumen que se encuentra en un segundo nivel y que se levanta para dar lugar a un espacio multiusos, a un medio nivel deprimido que funge como cafetería informal o bien como una extensión del área de galería. El Aula magna es soportada por una serie de cartelas de concreto aparente que giran a 90° para encontrarse entre sí y enmarcar las visuales que se detonan desde la cafetería.
En el eje central de composición se situaron edificios como la Galería y el Aula magna, que es el único volumen que se encuentra en un segundo nivel y que se levanta para dar lugar a un espacio multiusos, a un medio nivel deprimido que funge como cafetería informal o bien como una extensión del área de galería. El Aula magna es soportada por una serie de cartelas de concreto aparente que giran a 90° para encontrarse entre sí y enmarcar las visuales que se detonan desde la cafetería.
Por su parte, el acceso principal es escorzado y permite la lectura distorsionada del conjunto desde el exterior con una escala aparentemente pequeña para sorprender, posteriormente con una escala de edificios de 4, 5 y 6 m altura, permitiendo flexibilidad a su uso y ayudando en su volumetría a la lectura en perspectiva de un caparazón virtual al exterior. Paralelo al acceso principal existe un acceso puntual de servicios que conectará al edificio con su tercera etapa; cabe decir que todos los taludes se convierten en accesos informales permitiendo un juego de percepción de la volumetría siempre distinto. Cada taller cuenta con una pequeña área de bodega, guardado y lavaderos, así como un tapanco que ayudará al guardado del material que se producirá en la escuela. Los acabados en su interior son los mismos: un basamento de concreto donde se alojan las instalaciones; piso de cemento pulido en su totalidad y techos blancos para dotar de mayor luz el espacio.
De retos. Uno de los grandes retos a resolver fue utilizar un sistema constructivo prácticamente inédito en México con una magnitud de más de 1500 m3 de tierra compactada. Ésta es una obra emblemática que, sin duda, hace una aportación puntual a nuestra arquitectura y a su tecnología constructiva. Mauricio Rocha hace bien al referir que “fue un trabajo en equipo en el cual destacaron los nombres de Gerson Huerta y Enrique Cabrera como parte fundamental de la construcción de esta escuela hecha de tierra y cemento”.
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